PUERTO MONTT: CONSTRUYENDO COMUNIDAD

Puerto Montt es la ciudad más grande de la Araucanía en Chile, tierra Mapuche, tierra de lucha, originaria, Chilota, llena de mitos e historias. Allí, como en muchas otras ciudades, el 29 de marzo se conmemora el día del joven combatiente, en el que se recuerda el asesinato de los hermanos Rafael y Eduardo Vergara Toledo (1985) por agentes de Carabineros durante el régimen militar de Augusto Pinochet.
El gimnasio de la población Mirasol fue el lugar del encuentro para esta jornada, un gran espacio en un parque, techado y gestionado por la misma comunidad. Ahí, entre banderas libertarias y carteles con las imágenes de jóvenes victimas de agresión y represión del estado, compartieron escenario bandas de rock, grupos de hip hop y trovas. En el barrio se viven realidades no tan distintas a las de Comodoro Rivadavia, las poblas de Punta Arenas o el Río Grande fueguino, exponiendo una patagonia que se hace sola, a fuerza de gente valiente.

BUSCAMOS A JOSE HUENANTE
El pasaje Hacienda Santa Rosa, a unas cinco cuadras del evento, tiene una característica que lo diferencia del resto: allí se encuentra la casa de la familia de José Huenante, adolescente mapuche desaparecido el 3 de septiembre de 2005. Lo conforman una veintena de casas prefabricadas construidas por el estado a donde llegaron familias de distintos puntos de la región.

En frente vive la familia de Luis Baeza, el padre de uno de los mejores amigos de José.
-“Nunca nadie se imagino que esto iba a pasar en el pasaje, que nos iba a llegar tan de cerca. Es muy duro, su desaparición realmente nos ha afectado a todos”, comenta Luis, mientras su esposa Gloria habla de la rabia que todavía siente su hijo.
¿Cómo era José?
-“José era un joven del campo, mapuche, tranquilo y trabajador, era íntimo amigo de mis hijos, pasaba parte de su tiempo acá, se quedaba a dormir, almorzaba con nosotros. Era parte de la familia” .
¿Cómo recuerdan esos días?
-“Esa noche hubo un control de carabineros en el sector que incluyó detenidos. Era algo cotidiano, siempre estaban aquí molestando. Al otro día José no aparecía, así que empieza la búsqueda; eso fue en septiembre de 2005 y hasta el día de hoy nunca más volvió a aparecer”, relata.
“De ahí hubo una investigación de parte de los fiscales, pero no nos dieron ninguna respuesta. Luego parte hubo una investigación interna en carabineros, donde sale que el libro de registros de la 5ta comisaría está adulterado, figuran dos detenciones y una está borrada; después la bitácora de la patrulla no justifica una cierta cantidad de horas y no se registra ni se informa el kilometraje de la misma; inclusive el vehículo donde fue trasladado José fue dado de baja y se vendió a un particular, el único en la historia de la policía. Esto demuestra la complicidad de carabineros”.
¿Cómo está la causa hoy en día?
-“Hasta el día de hoy se investigan a los carabineros que supuestamente están acusados de la desaparición. Ellos fueron dados de baja y después se reintegraron nuevamente y luego los volvieron a dar de baja, entonces hay una serie de irregularidades que se han ido tapando unas con otras. Independientemente de quién fue, lo concreto es que ellos detuvieron a José y nunca más apareció”.
¿Cómo vive el pasaje y la pobla luego de casi ocho años?
-“La familia de José es una familia campesina, gente que no saben cómo enfrentarse a la comunidad. Esto género que muchos políticos, abogados, etcétera los han pasado por arriba y ellos no han sabido hacer demasiado, no tienen las herramientas, es por eso que ahora en este momento estamos algunos vecinos movilizándonos y queremos tratar de sacar algo en limpio de todo esto”.
“No es fácil igual movilizar pero de a poco se van sumando, no queremos que este sea un caso más, han pasado casi 8 años, en dos años más la causa prescribe y los que lo desaparecieron están en libertad. No podemos tolerar que pase esto en democracia y en nuestras comunidades. Nosotros estamos trabajando en forma anónima, pero con fuerzas, nuestra única meta es que se conozca el caso, que se visibilice, que aparezca José”.

En las paredes de la pobla se lo recuerda, su nombre está grafiteado y su cara dibujada entre banderas mapuches para que no se olvide. Su tía María dice que sólo quiere que se haga justicia, que aparezca su sobrino, mientras agradece a los vecinos y a los jóvenes que se movilizan para que no se olvide el caso.

Tanto Luis como María saben que el pasaje no será más el mismo, y auguran por la solidaridad y la comunión de los vecinos, por la aparición de José y para que los niños que crecen allí lo hagan en un ambiente de fraternidad y solidaridad.

OTROS CAMINOS POSIBLES
El evento por el día del joven combatiente – organizado por el colectivo Ruca Inche- tiene tuvo como objetivo la visibilización de la desaparición de José Huenante. Jota, uno de los motores, trabaja con adolescentes vulnerados que son derivados a “casas de protección” del SENAME (Servicio Nacional de Menores). -“Estas casas son administradas por ong´s y lo único que hacen es cortar la libertad de los chicos y mal utilizar los fondos de dinero funcionando como cárceles, cuenta desde adentro. -“Esto, en vez de generar la reinserción de los chicos en la sociedad, genera odio, y se puede demostrar ya que la mayoría al salir de allí se dedican a delinquir y terminan presos. Nuestro colectivo lleva dos años de vida y estamos funcionando con un grupo que había sido abandonado por una ONG… En este tiempo hemos visto un buen avance ya que han bajado el nivel de consumo, están yendo a la escuela y entre todos formamos este colectivo del cual ellos son parte activa. Nos organizamos legalmente también ya que trabajamos con menores, ahora hemos conseguido un terreno y estamos proyectando la construcción de la casa con la idea de que ellos se queden con el proyecto y lo lleven adelante”.

EN PRIMERA PERSONA
Fabián vive desde los dos años en una de estas “casas de protección” donde su mamá lo dejó porque no lo podía cuidar. Cuenta que fue maltratado y aclara: “como todas las personas en esos lugares”. Ahora tienen 18 años y lleva apenas unas semanas fuera del hogar. -“Son más parecidos a una cárcel que a un hogar”, comenta.
Durante este tiempo fue trasladado a diferentes cárceles de menores por distintas ciudades de la región hasta que un día se topó con el colectivo Ruca Inche y descubrió que otros caminos eran posibles.
-“Ellos me enseñaron cosas que en los hogares nunca me habían dicho, yo antes era una mierda, no me sentía bien, creo que lo que más necesitaba era apoyo y eso fue justamente lo que me ofrecieron los amigos de Ruca Inche. Se preocuparon por mí, mis necesidades, lo que me pasaba, y eso nunca antes me había pasado en ninguno de los otros hogares donde estuve. Y ahora que ya soy mayor de edad me toca a mí ser parte del proyecto desde el lugar de acompañamiento a otros adolescentes. Yo he pasado por esas cosas y la verdad es que no quiero que otros lo pasen, eso me motivó a ayudar a los niños a que salgan a adelante y a generar otros caminos. Si yo hubiera seguido como antes creo que ahora hubiera estado preso y en cambio ahora estoy tranquilo, sacando adelante a otros que lo necesitan”.

AJItamos en Patagonia

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