El
espacio social y cultural Caracol lleva más de una década de recorrido de
autonomía y construcción colectiva, demostrando que es un camino posible,
concreto. Estamos en Córdoba capital, en un barrio de clase media alta. Es aquí
donde hace 13 años se okupo este predio hoy llamado Caracol, fue Maite una
activista transpiquetera, a quien podemos encontrar cortando una calle o
tomando la palabra en el encuentro nacional de mujeres quien dio ese primer
paso para entrar y recuperar el lugar. Desde afuera se divisa una casa y un
gran portón con las siglas FOB (federación Obrera de Base) también el nombre
del espacio, la radio cooperativa y un texto bien claro: por abajo y afuera del
estado. Maite cuenta que inicialmente pensaban que solo era la casa, pero a
medida que avanzaban con la limpieza de la vegetación esa casa se trasformó en
un gran patio, un galpón, otra casa al fondo y más patio, el sitio ideal para
una visionaria y activista como ella.
Presentante y contanos de que se trata esto
de la casa Caracol…
-Soy Maite Amaya, trans y anarcofeminista,
militante social, activista lgtb, milito en una villa que se llama Barranca
Yaco y en la FOB Federación de Organizaciones de Base, una organización
piquetera. Aquí, nosotras somos hijas e hijos del 2001, de la revuelta del 19 y
20 de diciembre de la crisis de representatividad que hubo en Argentina, de esa
experiencia que nos dejó la recuperación de los espacios privados para
transfórmalos en espacios con fines comunitarios. Fue así que en el 2002
ocupamos este lugar que se llama Caracol, en reconocimiento a la población
aborigen más grande o más visible de Córdoba, también en sintonía con los
caracoles autónomos del ejército zapatista de liberación nacional EZLN y en esa
época en el 2001 veíamos una película Colombiana que se llama la estrategia del
caracol, entonces nos sentimos muy bien con el nombre y quedo. Hoy es el
espacio social y cultural Caracol, acá tenemos entrenamientos y capacitaciones
en oficio y núcleos productivos, como cooperativas de trabajo como panadería,
textil velas artesanales, carpintería serigrafía entre otras.
El
trabajo de estxs caracoles no ha quedad solo en la ciudad, junto a la FOB,
Maite acompaña el trabajo en la Villa Barranca Yaco en las afueras de la
ciudad, allí han construido un espacio propio que funciona como comedor,
ropero, punto de encuentro y lugar para talleres y organización que alberga a
mujeres y niñes de la villa.
¿Cómo conviven los espacios lgbt con la
lucha y organización social?
Son espacios diferentes y no, nosotras como
organización asumimos el principio antipatriarcal así como somos clasistas,
internacionalistas y creemos en la democracia directa y la horizontalidad. Todo
esto en la práctica concreta implica haber generado espacios y asambleas de géneros
que a diferencia de otras organizaciones o movimientos sociales la nuestra es
de géneros en plural, y nos ubicamos en la lucha de los géneros y entonces
viene a ser de géneros en lucha, ósea lesbianas trans y mujeres somos quienes integramos
esta asamblea. No hay en este momento un movimiento de hombres fuerte laburando
en la deconstrucción de los privilegios o de la identidad avanzando hacia una
construcción diferente a la patriarcal y acá en la organización eso se refleja
también ya que los varones no están organizados, y por más que estuviesen organizados no
estarían en el mismo espacio dentro de la asamblea de generos porque nosotras
ocupamos diferentes lugares en la sociedad patriarcal y a nosotras nos hace
fuerte empoderarnos juntas porque compartimos una raíz y un tronco en común en
la opresión, lesbianas trans y mujeres, y nos pone en una situación un poco antagónica,
asimétrica respecto a los varones por eso no compartiríamos el espacio, por
otro lado esa situación de asimetría de poder hace que las asambleas de géneros
al estar nosotras nada más podamos hablar y desenvolvernos mucho más entre nosotras y generar una sororidad más
fuerte entre nosotras.
El espacio de géneros
es un espacio trasversal, ósea todo lo que ahí problematicemos y nos
politicemos y formamos en ese espacio atraviesa todas las actividades de la
organización, todos los planteos que surgen se llevan a la asamblea general que
compartimos con los compañeros, no somos segregacionistas ni separatistas,
creemos que el proceso hay que hacerlo con los compañeros, en la asamblea
general se defienden las argumentaciones y se trabaja en profundidad la
violencia, la asimetría en la organización.
¿Cómo se construye esta escuela feminista?
La escuela feminista y antipatriarcal es
una escuela que a nosotras particularmente nos hace diferente de otras
organizaciones porque nombramos subjetividades que por ahí como que subyacen en
lo que es la mujer, nosotras no somos mujeristas, no somos biologisistas, no
creemos que el feminismo porte vagina, sino que creemos en una construcción de
subjetividades mucho más amplia, no estancas sino más bien dinámicas, hoy el
nombrarnos lesbianas, tras y mujeres son solo referencias de que estamos siendo
ahora porque sino lo ponemos en palabras no existimos, pero laburamos desde una
perspectiva de dejar abierta y desarrollar el indagar la sexualidad, la
identidad, el autoplacer, la autogestión del placer, la no dependencia, no
medirse en relación de otros, y esta escuela se complementa también un poco en
la relación en el trabajo que generamos en la cooperativa, no depender de
otros, no dejarse pisar por alguien, que nadie te mande, generar relaciones en
el trabajo más igualitarias también va de la mano de lo antipatriarcal y lo
feminista, entonces la escuela que estamos buscando es en cada uno de los
aspectos de nuestra vida, poder ser autónomas independientes, y tratar de combatir
la asimetría de poder construyendo hoy algo más igualitario, en todas las
áreas, por ejemplo nosotras en la organización somos autodefensa, formadoras,
carpinteras, albañilas, soldamos, construimos nuestros locales y todos vamos
rotando para que ni las compañeras, ni los compañeros queden siempre a cargo de
las mismas tareas.
Nosotras nos ubicamos mucho en la situación
latinoamericana, como izquierda autónoma, construyendo desde abajo como dice el
zapatsimo, nosotras decimos desde abajo y por fuera del estado como una
estrategia, no es que mañana aspiramos a tomar el poder, no generar ni ocupar
las estructuras de opresión, tratar de redistribuir el poder en todo los
actores sociales entre las subjetividades y demás, pero nos situamos en la construcción
latinoamericana, una construcción muy latinoamericana, somos mestizas somos
negras somos descendientes de originarias, de guerreras, y también desde una
perspectiva de memoria histórica intentamos recuperar toda nuestra historia
tapada por este sistema de opresión que nos hace siempre empezar de vuelta, así
recuperando nuestra historia podemos entender que no empezamos hoy y
recuperamos un legado de rebeldía y con ese piso ir buscando techos, pero
techos que cada vez sean más inalcanzables.
Como en la película Colombiana y como en el
movimiento zapatista la caracol ha dado sus frutos, la organización de los de
abajo ha hecho que las palabras se vuelvan acción en la búsqueda no de cambiar
el mundo, sino de construir otro juntxs.
Nota y fotos: Ají revista
revista
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