MATRIMOÑIOS Y ALGO MAS....


El caso Rachid: Movimientos sociales y partidos políticos.

La noticia es reciente. María Rachid ya no se desempeña como vicepresidenta del Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo. Tras un violento enfrentamiento verbal con Claudio Morgado, que incluyó la intervención policíaca, Rachid fue intimada por Aníbal Fernández a presentar la renuncia. Claro que hasta el mismo Morgado terminó perdiendo el cargo de presidente del INADI, debido al decreto presidencial que nombró como interventor a Pedro Mouratian.
Parece ser que en el conflicto, además de las ambiciones de poder de Rachid y Morgado, fue importante el rol que jugó Aníbal Fernández. En efecto, el jefe de gabinete, enojado con Morgado por no haber podido desactivar el reclamo de la comunidad Qom antes de que dicha protesta desembarcara en plena Avenida 9 de Julio, pretendió socavar la autoridad del barbado ex conductor de “Cablín”, fortaleciendo la figura de Rachid. Pero este apoyo de Fernández se le subió a la cabeza a la voluminosa referente de la Federación Argentina de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans (FALGBT). Rachid creyó que tener línea directa con el jefe de gabinete la habilitaba a tomar decisiones totalmente discrecionales o arbitrarias, y la pequeña telenovela terminó muy mal.
Ahora bien, más allá de las disputas de poder por la conducción del INADI, el caso Rachid es relevante porque nos permite reflexionar sobre el vínculo nada lineal entre movimientos sociales y partidos políticos.
Que el gobierno nacional haya ofrecido a Rachid un cargo político para gestionar un institución como el INADI no es algo negativo, porque implica un reconocimiento a una asociación civil, un espaldarazo a un movimiento social que, con sus aciertos y errores, brega por la defensa de los derechos de quienes han optado o simplemente tienen orientaciones sexuales no convencionales, alternativas con respecto al patrón heterosexual.
Que Rachid haya aceptado el ofrecimiento del gobierno nacional ya es otra cosa. Es una decisión que en principio no puede ser calificada ni de negativa ni de positiva, y que requiere de un examen más minucioso.
Desde la perspectiva de los movimientos sociales, hay como mínimo tres maneras o estrategias para vincularse con el gobierno de turno. A saber:

• La modalidad combativa. Que consiste en visibilizar lo que el gobierno invisibiliza, en confrontar, criticar y proponer medidas de acción que no son las oficiales. En esta línea de lucha el peligro está en convertirse en rehenes del “me opongo”, pues los escenarios políticos son cambiantes, y no siempre el oficialismo es quien enarbola la opción a combatir.

• La modalidad integracionista. Es decir, si se considera que el gobierno es permeable a ciertos reclamos del movimiento, no se duda en pasar a integrar las filas del mismo gobierno, con la esperanza de cambiar las cosas desde dentro.


• La modalidad de alianzas selectivas. Que consiste en golpear juntos pero marchar separados. O sea, en los temas donde predomina el consenso y el acuerdo, se efectúa una alianza temporal, que de ninguna manera es un cheque en blanco al gobierno, sino una tregua para golpear juntos a un enemigo común. Pero el movimiento no resigna su autonomía, sino que continúa con su propia agenda de trabajo.

Evidentemente la FALGBT, o al menos el sector que representa Rachid, optó por la modalidad integracionista, resignando autonomía y a la postre, viendo como terminaron las cosas, también prestigio.
Es cierto que en el caso Rachid, el asunto se complicó por sus características individuales, por su particular soberbia galvanizada por la ambición. Pero de todas formas considero que, sin negar la relevancia de los individuos que componen un colectivo y el peso de sus peculiaridades subjetivas, resulta indispensable analizar a los movimientos sociales por lo que tienen de grupal, de gregario y comunal. En ese sentido es que las tres estrategias antes mencionadas cobran verdadera importancia.
Si el colectivo, si el movimiento social tiene en claro hacia donde se dirige, es muy difícil que algún líder más o menos inescrupuloso lo deje atado de pies y manos y rife su autonomía.
Un contraejemplo, distante de lo ocurrido con la Federación, es el que brindan organizaciones como “Futuro Trans” y el Colectivo “Ají”. Para estas organizaciones es válido el lema de golpear juntos y marchar separados. Golpear juntos a los factores de poder que defienden una sociedad patriarcal y homofóbica: iglesias varias, conservadores de todo tipo, hipócritas, momias, trogloditas, tradicionalistas, etc., etc…Marchar separados, aquí debe leerse como expresión del anhelo y de la voluntad inquebrantable de los movimientos sociales para no perder autonomía y no dejar que la propia agenda sea digitada por otras manos y otros intereses.
Cabe aclarar que la consigna del golpear juntos aunque se marche en forma separada, fue planteada por Lenin, en los albores del siglo XX, cuando lideraba a los bolcheviques rusos, que finalmente terminarían de instaurar el primer Estado socialista de la historia. Es además, como llamado e idea, una apuesta a la no fragmentación del campo popular, a poder reconocer y aceptar las diferencias, pero también a poder aunar criterios de acción cuando la coyuntura así lo amerita.
Y el caso Rachid ha mostrado que, más allá de sus diferencias, organizaciones como el Movimiento Antidiscriminatorio de Liberación, Ají, Futuro Trans, y los Putos Peronistas, saben y pueden confluir en una denuncia clara contra el autoritarismo y la ambición personal de poder, incluso si esa denuncia impacta contra una defensora o supuesta defensora de todxs lxs que viven y expresan sexualidades alternativas en relación al canon heterosexual.
Aunque en realidad, para hablar con mayor precisión, no es correcto decir que existe como dato neutro, un canon heterosexual o un patrón heterosexual y luego, alternativas eróticas más o menos alejadas de ese parámetro. ¡No!
La verdad es que no hay una homosexualidad, sino que, como sostenían Deleuze y Guattari, hay mil sexos, mil maneras de conectarse con lo genital, con lo erótico, con la pulsión de vida, con el flujo libidinal que nos atraviesa.
Pero, lo que ha ocurrido a lo largo de la historia, es que las fuerzas del orden, las fuerzas del elitismo que todo lo etiqueta y jerarquiza, los factores de poder que marcan la frontera entre lo “normal” y lo presuntamente patológico, son quienes han instaurado como aparente verdad, la idea de que la heterosexualidad es la norma y el resto de las manifestaciones sexuales constituyen desviaciones más o menos graves respecto a esa norma. Se trata pues, de otra de las tantas falacias que día a día es necesario combatir y desnaturalizar. Matías Cravero para ProyectoAJI.

No hay comentarios:

Publicar un comentario