-Territorios, cuerpos y subjetividades en disputa-
Los mil trépanos que perforan vaca
muerta se sienten en el pecho. Las picadas de camioneta se convierten en
tatuajes. Los chongos petroleros en sus Hilux
se pasean: esa versión dospuntocero del conquistador a caballo que a fuerza de
la pólvora condenó a la gente de la tierra. Se reemplaza sabiduría ancestral
por commodities que desfilan en marquesinas subiendo y bajando en las bolsas
del mundo. El pulpo capitalista extiende sus tentáculos hacia lo que ayer le
resultaba improductivo. Avanza sobre esas fronteras, como lo hizo hace cuatro
generaciones, sobre territorios y cuerpos a disposición del sacrificio.
Sarmiento se regocija y nos hace una mueca con cara triunfante, sus ideales
siguen intactos deviniendo sentido común de un pueblo que reclama la cacería de
mapuces en el centro cívico de Furilofche. A esas fronteras que se acrecentan
en el territorio se suman otrxs cuerpxs abyectxs. Indignadxs. Rebeldes.
Disidentes.
Y desde aquí escribimos. Desde la
Patagonia marika rebelde e indignada. Desde las cuerpas indignadas, intentando
hacer un ejercicio constante de tender puentes llenos de combustible, para
lograr prender fuego uno a uno esos bastiones del frente
estatal-empresarial-mediático-cristiano (y siempre colonial y heterosexual) del
que habla Segato.
Las
múltiples facetas del extractivismo: modelo
de acumulación y cartografía del despojo en Patagonia
Hablemos de intrusos. Si hacemos un
recorrido por nuestro territorio, podemos visitar cada uno de los rincones
hacia donde avanzan estas fronteras. Si empezamos por la privatización del
territorio, algunos departamentos cordilleranos de las provincias de Neuquén,
Río Negro y Chubut llegan a un porcentaje de extranjerización de la tierra de
un 30% al 80%, mayoritariamente concentrada en manos del grupo Bennetton, Lewis
y Tompkins. Algunas zonas del macizo patagónico no tienen nada que envidiarle a
un queso grouyere: La megaminería avanza, a pesar de luchas históricas como las
de Esquel y Loncopué, con sus sopas químicas a cielo abierto. Los monocultivos
forestales de pino y eucaliptus arrasan con el
ixofijmogen y se disfrazan de bosque. Las fronteras energéticas
parecieran ser las vedettes revelación: Plantas nucleares, megarrepresas e
hidrofractura se le suman a la extracción de hidrocarburos convencionales, y la
vecina sigue calentando su casa con una garrafa que hoy llega a los 200 pesos.
Agroquímicos en los valles para la fruta que comerán en la Union Europea. Feed
Lots corridos por la soja, esos campos de concentración donde se sacrifican
cuerpos para la cena de navidad de la familia argentina especista. La privatización de las costas de los ríos y
lagos tiende alambrados no sólo en el acceso al agua potable sino también a la
posibilidad del disfrute y constante diálogo con aquello que nos da vida.
Enclaves chupasangre capital intensivos que rompen los pocos tejidos
comunitarios que quedan, como así también imponen formas de ser y estar en el
mundo.
Todas las caras del extractivismo
como modelo de acumulación se reproducen y amplían superponiendose en los territorios.
Incluso aquellas imperceptibles, en el plano de lo subjetivo. La pregunta que
cabe hacernos es cómo las dinámicas de enclave calan hondo en las conciencias,
en las emociones, afectos, vínculos, tejidos comunitarios. Qué lugar ocupan los
cuerpos. Cuáles son las relaciones de género que refuerzan estas dinámicas.
Cómo se aceitan los engranajes de la maquinaria heterosexual no sólo en
contextos extractivos, sino a su vez de carnicería neoliberal, de avance de la
derecha rancia, ajuste y crecimiento del aparato represivo del Estado. Por que
vienen por el oro, por la tierra, por los no convencionales, pero también
vienen por nosotrxs.
Ante todas esas preguntas que desde
los diferentes rincones de wallmapu muchxs nos encontramos haciendo, vamos
acuerpando las diferentes caras de un mismo modelo económico. La urgencia de
recuperar y defender el cuerpoterritorio
se siente en cada órgano. Será que una de las claves para generar estrategias
de resistencia de manera integral se encontrará en dimensionar sentipensando
este paralelismo constante entre lo que sucede en nuestros territorios y en
nuestros cuerpos. Tender esos puentes invisibles. Atorar la maquinaria para que
deje de funcionar.
La
disidencia sexual en la patagonia hoy está acuerpando múltiples interseccionalidades.
No hablamos desde la comunidad LGBITQ.
Somos las marikas, las del interior, las tortas, indixs, travas, trans,
travestis, que entendemos que la blanquedad, la heterosexualidad y la visión
estatista/patriarcal del auspicio oficial se motoriza desde los mismos
engranajes. Las marikas estamos más territoriales que nunca. Una de las
imágenes que mejor describe este proceso es la columna de lxs cientos que estuvimos en el IX
Festivxl de la Diversidad y Disidencia Sexual en El Bolsón sumandonos a la
marcha por el agua y la tierra. Nuestra querida y enorme Susy Shock les
explicaba a los medios locales que si había alguien que sabía lo que era
decidir por su territorio, esas son las travas. Por que al fin y al cabo se
trata de encontrar las claves para ejercer esa autonomía que nos encuentre
libres, que los procesos de enmancipación de aquellos mandatos, sean los de la
heterosexualidad obligatoria como los de las corporaciones gigantes y el
Estado, comienzan por el primer y más concreto territorio que habitamos,
nuestro cuerpo. Las marikas sabemos muy bien lo que es recuperar ese deseo
abyecto que nos es negado. Que nuestro cuerpo pueda devenir en múltiples
formas. Que también lo hagan nuestros modos disidentes de afectarnos y la
potencia de nuestros vínculos. Ese es un ejercicio (des)identitario que hacemos
constantemente frente a aquello que se nos presenta unidireccional, impuesto,
opresivo, sofocante. Todo eso también se pone en juego cuando acuerpamos una
represión, un desalojo de un lof, cuando los gases lacrimógenos entran en
nuestros pulmones o como también lo hacen los metales pesados en el agua que
tomamos.
Entender el feminismo en clave
territorial y entender el territorio en clave feminista es clave para formar
redes de resistencia, activismo y lucha junto con los otros sectores que
activan el territorio. Por que la depredación de la Ñuke Mapu es heterosexual.
Por que al clóset no volvemos nunca más.
Irina
Gari. Marika. Docente. Patagónicx.
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