Plantarse en Vaca Muerta

Es una cálida tarde en Centenario, ciudad ubicada en el valle de Neuquén. La huerta comunitaria del hospital es el punto de encuentro de una veintena de huerterxs de distintos proyectos de la zona, que se juntan para escuchar las enseñanzas de Alicia Mannucci, una ingeniera agrónoma devenida a maestra, que recorre el territorio compartiendo sus conocimientos sobre las plantas y la vida en la estepa patagónica.

Alicia es también amante de la astrología, que fusiona con las cotidianidades de la agroecológica que practica, “me dedico a observar y tratar de descubrir el mensaje que hay atrás de cada vegetal. He andado muchos caminos. La vida me ha llevado a dejar la profesión tan productivista de mis primeros años para poder venir acá a la patagonia y dedicarme a investigar, explorar y abrazar a las plantas de la región” nos comenta Alicia en un dialogo lleno de sonrisas y experiencias. 


La Huerta del hospital de Centenario funciona hace casi una década, autogestionada por un grupo de profesionales y vecinos que logran este osasis en medio de la barda neuquina. Allí se puede aprender y poner en práctica, también cocinar, charlar largo y reírse, ya que en esta huerta el buen humor es un eje. También se realizan actividades como la de hoy donde se reúnen amantes de las plantas de distintas huertas de la zona a escuchar a Alicia.

¿Cuáles son las plantas que si o si deberíamos tener en nuestras casas aquí en la estepa? Las plantas que considero que deberíamos tener en la casa, acá en el territorio de la norpatagonia creo que son primero las plantas de las que podemos traer sus semillas de la barda, pienso en la zampa, en el vinagrillo, alpataco, todas plantas que se propagan por semilla y podrían por ejemplo estar haciendo nuestros cercos, ya que todas crecen en nuestro lugar y tienen resistencia a los avatares de la vida. Otras que también deberíamos tener son las que llamamos aromáticas, que se usan como condimento por su sabor fuerte, pero que también nos dan calor al cuerpo, como puede ser el romero, la salvia, la lavanda y la ruda, son un cuarteto protector que no deberían faltar, son energéticas, están cuidando, aromatizando y creando los ambientes de la casa. Otra planta muy sanadora, que crece fácil y cualquiera puede tenerla en una maseta, en la huerta o en la vereda es el llantén y su primo hermano siete venas, porque son plantas que nos curan, nos calman, son cicatrizantes y aliviantes en momentos de crisis, son plantas que se han afincado entre nosotros y nos acompañan. Estas plantas que te nombre funcionan como islas verdes de protección.


Vivimos en un territorio conocido como la estepa, cruzado por imponentes ríos y tremendas montañas, ¿que nos podrías decir sobre la fuerza de la estepa? Las fuerzas de la estepa son fuerzas que evocan tiempos milenarios desde el origen de la tierra, la meseta patagónica es una de las construcciones geológicas más antiguas, por lo que está hablando de tiempos inmemoriales, es una fuerza que irrumpe, que arrolla, que habla del origen de la tierra, no se puede comprender con la mente. Me hace pensar también en la fuerza arrolladora que tiene el momento del nacimiento cuando el niño sale del lugar cómodo y por un impulso interno rompe irrumpe y pega ese grito primal y es un avance y un salto a lo desconocido, yo siento que la fuerza de la estepa es eso, es una fuerza indómita original, que nos impulsa a avanzar hacia la libertad, como la del niño que está naciendo. Sabemos también, que la tierra de la estepa es arena antigua , donde abunda el silicio, mineral que cumple la función sagrada de atraer la luz del sol y de todo el cosmos hacia nosotros. Imposible dejar de mirar esta región. Es pura luz!





Habitamos una tierra donde esta puesto el ojo del capitalismo, donde los gobiernos venden futuro en base al extractivismo y destrucción, ¿Cómo sobrevivir y resistir en el corazón del proyecto vaca muerta? En principio te diría que no iría al corazón sino a la piel de vaca muerta con los proyectos permaculturales, que serian como un opuesto complementario a esta, opuesto y complementario porque somos parte de la vida y vaca muerta también es parte de este mundo y la coexistencia es un hecho real.. Lo permacultural lleva a una vida más sana y lleva a una vida más permanente para el ser humano y este planeta. Yo iría de la piel al hígado y, a la mente de vaca muerta y por ahí sembraría las intenciones agroecológicas . Alrededor,  como haciendo un gran cerco de ideas y llegando a las mentes, a las manos, los pies y la piel de los que trabajan y viven de vaca muerta, entendiendo que es algo que va a terminar sucumbiendo si lo podemos cercar. Yo haría una siembra perimetral de pequeños proyectos  muy fortalecidos y plantados en su verdad desde lo más pequeño a lo más grande que se pueda, y haciendo luego la unión de todos estos proyectos como si fueran nodos de una nueva red vinculada, y ahí está la energía, en la vinculación de todos estos proyectos, no sería un proyecto, serian miles de proyectos como cantidad de habitantes. Cada uno de nosotros podría estar perteneciendo a un proyecto cultural en distintos lugares, que inicialmente seria invisible pero que inevitablemente saldría a la luz. La unión hace a la fuerza dicen ¿no?.

Nos hablas de un territorio muy antiguo, de una meseta milenaria, ¿cómo llegas a contactarte con la ancestralidad mapuche en el valle?. Se fue dando paulatinamente, cuando empecé a trabajar en los barrios marginales después del la crisis del 2001. Ahí me empiezo a conectar y andar con la gente a través de la creación de huertas para poder alimentar a las familias, fue un movimiento muy fuerte, y como toda crisis trae un cambio, apertura y para mi ese cambio fue salir de la coyuntura de productores, pequeños productores, colonos y pioneros trabajando en las chacras para ir al corazón de los barrios y ahí encontrar una riqueza de mujeres jóvenes, mujeres viejas, mujeres de andar la tierra, y ahí en sus casas en el barrio fui descubriendo un nuevo mundo. Ellas hablaban de una tradición que no es la que estaban desarrollando en su cotidiano, y al preguntarles de donde sabían cultivar, o los beneficios de algunas plantas, o las ceremonias que hacían para cortar una hojita de jarilla, y a través de ellas empecé a escuchar una voz de la tierra, muy lentamente, muy en familia, con ellas, eran círculos de mujeres rodeadas de niños en donde se empezaba a desplegar una verdad y yo era una más, y trataba de aprender y de compartir lo que yo traía de mis abuelos italianos. Y encontré acá en esas mujeres en los barrios la punta del ovillo de lo que después fue ir a la cordillera a Pehuenia, ahí conocí a Rosalía y tantas otras mujeres y familias grandiosas que guardan muy celosamente sus conocimientos. Creo que he vivido varias vidas en este lugar.


Como el taller que das en la huerta de Centenario, recorres la región enseñando y acompañando proyectos agroecologicos, ¿de qué se tratan? Los talleres que hago tienen que ver con preparados naturales, sanadores, con tinturas, cremas, ungüentos, aceites, todos hechos con recetas ancestrales, también recogidas en el andar y que sirven para la salud humana, de las mascotas, animales de granja y las plantas. Voy tomando recetas muy antiguas de la biodinámica de hace 200 años, también de los libros de Paracelso del año 1500, de la red jarilla que le tengo tanto cariño y respeto a Adriana Marcus y esa bella gente que la conforma, de Sara Itkin, gran amiga y compañera de camino y tantas otras mujeres y hombres que van generosamente compartiendo sus recetas en los talleres. Los mismos son interactivos, son de comunión, cada uno trae sus yuyos y vamos cocinando, picando, machacando con piedra, y mientras vamos dinamizando un agua, energizando, colando y de ahí van saliendo recetas. También sigo enseñando a cultivar, hago talleres de compostaje, como hacer un abono orgánico, como transformar la materia orgánica en energía vital para el suelo, como propagar las plantas, conservar las aromáticas, el calendario solar y lunar, todo tiene que ver con el respeto hacia las plantas, tomar de ellas lo mejor y entregarles nuestra energía y poner manos a la obra en esto de cultivar la amistad con la madre tierra. 



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